LA INVESTIGACIÓN AGRARIA ¿INVERSIÓN O GASTO? Por ing. Pedro Córdova Alva.

LA INVESTIGACIÓN AGRARIA ¿INVERSIÓN O GASTO? Por ing. Pedro Córdova Alva.

I. INTRODUCCIÓN

La pregunta que se hace en el título del presente artículo, si la Investigación Agraria es considerada como gasto o como inversión, es pertinente, toda vez que, en los actuales momentos, en nuestro país y en países más desarrollados tecnológicamente, la Investigación, en general y la Investigación Agropecuaria en particular, está siendo sometida a fuertes restricciones de financiamiento. Esta situación parece haber tenido su origen en Inglaterra, donde el Gobierno decidió privatizar varios Institutos de investigación, tales como el famoso Plant Breeding Institute de Cambrige y se ha extendido a Nueva Zelanda, Australia y, últimamente a Francia, donde se está reorganizando el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA). Por otra parte, el Grupo Consultivo de Investigaciones Agrícolas (CGIAR) y su Red de Centros Internacionales de Investigación han estado sometidos a procesos de Planificación Estratégica y readecuaciones que normalmente han terminado en reducciones presupuestarias y de personal. En España y en Latinoamérica ha sucedido algo similar, y casi todos los países que contaban con Institutos Nacionales de Investigación Agropecuaria (INIA) (Brasil, Argentina, Colombia), han pasado por procesos similares. En EE.UU. y Canadá, la investigación no parece estar sometida al mismo proceso, sino más bien a un cambio hacia temas para los cuales es más fácil obtener financiamiento (Biotecnología, principalmente). Sin embargo, en EE.UU. existen claras evidencias que la inversión en investigación ha caído y no está manteniendo el paso con la economía. En Japón, la situación parece mantenerse en la forma tradicional.

El Perú no escapa a esta tendencia mundial, es así como en el año 1994, por Decreto Supremo N° 51-94-AG, el Gobierno, de ese entonces, transfirió, en calidad de donación, a la entidad privada “Fundación Perú”, cinco (05) de las principales Estaciones Experimentales de propiedad del INIAA (hoy INIA). A esto habría que agregar el poco presupuesto que se destina a la investigación agropecuaria, el cual está entre el 0.15 y 0.20 % del PBI, por debajo de lo que destinan Bolivia (0.30 %), Venezuela y México (0.48 %), Colombia 0.60 %) y por supuesto muy por debajo de los países desarrollados, como es el caso de Alemania (7.60 %) y de Japón y EE.UU. (10.00 %).

Todo lo reseñado nos puede llevar a la conclusión de que los Gobiernos de los diferentes países del mundo, principalmente los de los países en vías de desarrollo, consideran que la investigación es un gasto y no una inversión a futuro. Sin embargo, a continuación y con argumentos sólidos, pasaremos a demostrar que la investigación es inversión y no gasto.

II. PORQUE INVESTIGAR

• El hombre siente una necesidad de comprender y adquirir conocimientos; por tanto, el generar conocimientos o información, razón de ser de la investigación, cumple con esta demanda.
• La investigación permite encontrar soluciones a problemas no resueltos o mejorar aquellos ya existentes. La aplicación sistemática del método científico es la manera más eficiente de resolver problemas, sean estos tecnológicos, económicos, sociales, ecológicos o de otra naturaleza.
• Permite mejorar el desarrollo económico, a través de la generación y adaptación de tecnologías. En términos más generales, se puede decir que el desarrollo de los países y su riqueza está relacionado con la cantidad de información que manejan y, como la investigación es la principal fuente de información nueva, es una actividad crucial para el desarrollo de un país.
• Contribuye a mejorar la calidad de vida de la población rural y urbana. El desarrollo de tecnologías ha permitido elevar la productividad y producción de alimentos y también mejorar su calidad.
• Es una inversión altamente rentable. Estudios hechos por distinguidos economistas han demostrado que la inversión en investigación es varias veces más rentable que otras inversiones alternativas.

III. EVIDENCIAS DE LOS BENEFICIOS DE LA INVESTIGACIÓN EN LA AGRICULTURA

• La investigación ha generado un aumento espectacular de los conocimientos y de la comprensión de los factores biológicos, ecológicos, económicos y sociales que afectan a la agricultura. Así, por ejemplo, las bases ecológicas, económicas, genéticas, fisiológicas, edafológicas, agrometeorológicas, bioquímicas, etc., de los fenómenos agropecuarios son infinitamente más sólidas actualmente que hacia la década del 50.
• Los rendimientos de la investigación agronómica han sido impresionantes y suelen estimarse en el orden del 20 al 190 % en los países en desarrollo. Por ejemplo, el rendimiento de la investigación en maíz ha sido muy alto, con el 191 % en Sudamérica y del 78 al 91 % en México.
• Varios estudios muestran los efectos de la investigación agronómica sobre diversos indicadores de seguridad alimentaria. Así por ejemplo, si los donantes internacionales suprimiesen toda financiación de la investigación agronómica nacional e internacional, la producción de cereales de consumo humano bajaría en un 10 % y el número de niños desnutridos aumentaría en 50 millones (32 %) en los países en desarrollo. Por el contrario, si los donantes elevaran su financiamiento en el 50 %, la producción de cereales aumentaría en el 40 % y el número de niños desnutridos descendería en 46 millones (30 %).
• Los rápidos progresos de la productividad, gracias a la investigación, han hecho descender, en general, los costos de los alimentos y han mejorado la seguridad alimentaria, sobre todo en los sectores vulnerables de la sociedad.
• La investigación agronómica ha tenido efectos positivos sobre el medio ambiente, gracias, en especial, al aumento de la productividad que ha permitido reducir los cultivos en zonas marginales.
• Está ampliamente demostrado que la investigación es la principal, por no decir la única, manera segura de encontrar solución a los problemas agropecuarios.
• Como ya se dijera, está claro que las nuevas tecnologías son creadas o derivan de la investigación y que la adopción de ellas aumenta el crecimiento económico. Igualmente, está firmemente establecido que los retornos de la inversión en investigación y desarrollo son varias veces más altos que las inversiones en otras alternativas.
• La investigación contribuye al desarrollo de un mejor nivel de vida en relación a la alimentación más barata, más abundante, mejor y más segura. La adopción de nuevas tecnologías genera ingresos económicos adicionales al aumentar la productividad.

Por otra parte, una conclusión general muy importante de los estudios sobre contribuciones de la investigación, es que los beneficios del progreso tecnológico son captados por los consumidores y no por los inventores. Estos estudios, usando modelos de equilibrio general, concluyen que los principales beneficiarios de las nuevas tecnologías agropecuarias son los consumidores de productos agropecuarios, debido a los menores precios y mejor calidad de los productos.

Finalmente, la evaluación de las tasas de retorno que produce la investigación no es materia fácil de efectuarla, ya que hay dificultades para calcular los beneficios y costos de los resultados de la investigación. Una metodología usada ha sido el considerar la investigación como un proyecto y aplicar a ella los métodos de evaluación económica usados para proyectos. Hay varios trabajos que han compilado información sobre evaluaciones económicas del impacto de la inversión en investigación agrícola, los cuales revelan altas tasas de retorno, entre 25 y 50 %, pero con tendencia hacia el 50 %. Como se sabe, tasas del 12 a 15 % son consideradas adecuadas para el Banco Mundial, en el caso de préstamos internacionales. Al separar los estudios por sectores de la actividad agropecuaria, las tasas son de 53 % para la investigación en cultivos y 43 % para la investigación pecuaria. Por tanto, la inversión en investigación es altamente rentable

IV.- CONCLUSIONES

De lo tratado en el presente artículo, se pueden derivar las siguientes conclusiones:

• Que la investigación, en general y la agropecuaria en particular, se puede considerar, con toda seguridad, como inversión y no gasto.
• Los réditos financieros y sociales de las inversiones en investigación agronómica siguen siendo elevados y, por supuesto, es una buena alternativa para la inversión.
• Que, la inversión en investigación para la actividad agropecuaria y la investigación, en general, pasa por un período de restricciones.
• Que, las altas tasas de retorno social de la inversión indican que se está sub-invirtiendo y que es económicamente sensato aumentar la inversión en investigación, principalmente agropecuaria.
• Que, las altas tasas de retorno indican que los países deben invertir más en investigación. La duda es si la inversión la debe hacer el sector privado o el sector público.
• Que, en diversos países, en los últimos diez años, el apoyo del sector público a la agricultura y a la investigación agropecuaria ha disminuido en términos reales.
• Que, inclusive en los países desarrollados han reducido la proporción del presupuesto público destinados a la investigación.
• Que, en países en vías de desarrollo, como lo son varios de los latinoamericanos, la inversión en investigación la deben hacer los gobiernos o el sector público, ya que las entidades privadas, por obvias razones, no estarían en condiciones de hacerlo. Se tiene el ejemplo de lo que sucedió con la privatización de 05 Estaciones Experimentales del Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA), en nuestro país.

Autor: Ing° Zootecnista, M.Sc. en Nutrición. Director de Zootecnia de la APIA.

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